viernes, 14 de marzo de 2008

Noche de Paz 1936

Las 9:10 p.m. Hace ya más de cinco horas que el cielo se oscureció y no hay esperanza de luna ni estrellas.
Tampoco hay esperanza de que este frío que entumece los pies se vaya a terminar. El fuego y los niños juegan..ellos lo miran fijamente durante horas y el a cambio les coquetea reflejándose en sus ojos...y así, los tres pequeños y su amigo el fuego, ven pasar las horas, no en un reloj, sino en un leño que se apaga y se consume poco a poco.
Son Leopoldo, Guillermo y Fernando, que niños al fin, esperan que el viejo vestido de rojo se aparezca en medio de la nieve con un regalo, no uno para cada uno, eso sería demasiado pedir, solo con un regalo para los tres. Pero no logran oír el ruido del famoso señor...tampoco se oye a ningún reno...mucho menos la carcajada peculiar del viejo de barba...seguramente está muy ocupado atendiendo alguna otra parte del mundo, talvez tiene miedo de pasar por un cielo que se alumbra con las luces de las bombas y metrallas... O a lo mejor el ruido de las sirenas asusta a sus bien entrenados venados....o…¿será que el olor a destrucción y a muerte no conjuga con los trineos?...nadie sabe.
Mientras tanto la ilusión aún está allí. Será el invitado especial esta noche....será el último que se vaya...o talvez no se vaya jamás. La ilusión, no piensa en ruido de bombas, no tiene miedo a las balas y por eso esta noche especial acompaña a los tres pequeños, y juntos los cuatro, bien apretaditos, van pasando las horas cantando una que otra canción que sería difícil oir sin acercarse, pues ya no hay fuerzas, además para escuchar la música del alma hay que escuchar primero al silencio. 
Son las 11:30 p.m. , el frío se ha vuelto verdaderamente insoportable y el fuego se ha rendido también convirtiéndose en una débil lámpara en la que los tres niños apenas logran verse las manos.
Leopoldo, el más grande de los tres, si a alguien de 13 años se le puede llamar grande, es el que como siempre toma la iniciativa. El es un magnífico futbolista, pero es aún, un mejor dibujante. Saca de su bolsa un pedazo de papel en el que su padre alguna vez le apuntó algún recado, o quizá era una baja calificación del colegio que jamás quiso llevar a casa… Con una rama quemada a manera de lápiz comienza a preguntar a sus hermanos que es lo que más desearían en ese momento. Ellos le dicen, y él hábilmente empieza a dibujar la cena que los dos pequeñitos han pedido; tiene demasiado cuidado en escoger el mejor de todos los pollos...se fija también en que haya por lo menos dos castañas para cada uno, todo muy limpio y ordenado, y empieza a adornar la mesa con turrones, pan, vino...porque esta noche es especial...hoy el dibujo no será tan rápido como el que les hizo anoche, ni tan simple como el de la semana pasada...hoy no habrá tiempo para las explicaciones pues el hambre es demasiada y la comida tiene que quedar preparada en muy pocos minutos, porque si no. el hambre los matará y no los dejara ir a acostarse tranquilos...hoy es especial, por lo tanto se tardará mas tiempo en la preparación...Todo está listo!! y se los enseña...lo miran y contemplan por un buen rato, mientras saborean uno por uno los manjares que el hábil dibujante les preparó...todo está de maravilla, el pollo en su punto, el vino es muy bueno, pues esta vez Leopoldo se esmero en poner una etiqueta diferente, las castañas jamas habían estado tan crujientes como hoy, dan otro trago de saliva y se miran...los tres están llenos y listos para dormirse, pues la imaginación llegó a tiempo...y mientras tiran el papel al fuego y se vuelve humo, pueden oler y saborear el banquete que el hermano mayor con tanto amor preparo para ellos...una noche más han cenado bien, abundante ...y lo que pidieron...¡Gracias Señor!

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