lunes, 31 de marzo de 2008

¿Por qué puse este nombre?

Siempre ha existido el papel y el lápiz, pero la computadora despertó en nosotros otro instinto...talvez por lo fácil de corregir los errores, o quizá porque hasta nos corrige la ortografía, pero el hecho es que los blogs han venido a ser el escape y vitrina de la vida moderna. El poder compartir mi pensamiento con un mundo que no conozco me hace ser parte de ese mundo. Además hay que estar al día y escribiendo constantemente, pues sientes el compromiso con tus visitantes. Es divertido...es fácil, es el diario de la vida. Es una salida en este callejón que nos agobia.

martes, 25 de marzo de 2008

Mientras unos matan...otros dan vida.

El arte siempre está entre la vida y la muerte, entre las balas...en el muro entre Israel y Palestina.
¡Viva el corazón del artista!

Hay personas muy inteligentes

Si usted quiere que su reloj funcione como una improvisada brújula, lo único que tiene que hacer es esto:

Coger un reloj y que las 12 horas estén apuntando a la izquierda.
Mover el brazo para que la hora, esté apuntando al sol.
La mitad, entre la manecilla de la hora y las 12, es el Sur.

Sacado del blog de Arturo Goga, me parece una genialidad.

domingo, 16 de marzo de 2008

Majestuosa...

sábado, 15 de marzo de 2008

Otra vez la camisa blanca...

Esta mañana resbalé en la lluvia y caí sentado y… fíjate: me recordé de tí. Quizás porque ví las estrellas o quizás porque la calle donde dejé mi huella se llamaba  Antares. 
Pero sólo me acordé. Y tú….¿Alguna vez me recordaste? Espero que en 
condiciones diferentes a las mías. También te recordé una noche mientras buscaba mi abrigo, abandonado en el rincón más profundo de un armario, camuflado por las arañas artesanas. Aún no sé como hiciste para borrar de mi vida el lienzo de tu espalda…¿Será la edad y la angustia? O será que al pasar el tiempo las locuras se saborean y se guardan como algún enamorado de corbata y bastón guarda un bucle de su primer amor. Así te llevo, doblada y oculta en el fondo de mi bolsillo, junto a mi moneda de la suerte y a veces, insospechadamente te saco, te extiendo sobre mis piernas, te recuerdo, te acaricio y te guardo…pero antes de guardarte te doy un beso pequeño, una cucharadita de beso, y pienso en tus manos que gustan acariciar. A veces también me sorprende tu recuerdo cabalgando por los pasillos de un almacén… cantando y moviéndote con la desfachatez de la juventud. Te recuerdo y aparece la sonrisa escondida. Te extraño de vez en cuando. 
¿Te sorprendiste?...¿Me recordabas?....¿Te alegré el día?...¿Te canté en la noche? Aún recuerdo tu última canción porque significa mucho para mí: mi derrota, mi angustia, mis ilusiones. La canto y se me va el alma en ella. La canto y siento que mil cristales me desgarran el alma. La canto y te recuerdo. Hoy no sé donde estás, ni quien realmente eres. No sé si llueve o truena sobre ti y es mejor así pues nada me hubiera podido detener para extender mis alas, volar y poder cobijarte, acariciarte y amarte. 
He caminado, he conocido, he dejado de mirar las estrellas pues hoy mi cielo es distinto. Un día me recubrí con la armadura de ignorarte…la de no recordarte. ¡No mela quites!...¡No me la quites!...si la pierdo me quedaré desnudo y necesitaré de tus palabras, de tus manos, de tus ojos, de tu voz, de tu respirar…si la pierdo me quedaré inmóvil…si la pierdo…¿acaso volveré a amarte desgarrándome? ¿estirándome?
Tal vez acariciando tus letras, comiéndome cada segundo, cada minuto, cada hora…cada día…esperando unas líneas, disolviendo mi mirada esperando una señal de tí, sintiendo de nuevo que me aprietas por dentro, sintiendo que me desespero, que sueño y que me doy golpes contra la pared, por favor… ¡No me quites mi armadura! 
¡No me la quites! Que al fin he vuelto a correr en la playa espantando gaviotas. He saboreado tu locura, tus escaramuzas y tus sueños, tu amor por la luna, tu calor, que se 
mete por mis sábanas y grita tu nombre…¡no me la quites! No juegues conmigo.
He perdido mi bastón y mi caminar es lento. Y mi traje no recuerda en donde dejó la corbata. No se dónde se quedó mi moneda de la suerte. Pero aquí estoy sentado en mi 
horizonte esperándote. Aquí estoy en el Gólgota esperando que den las tres de la tarde, a ver si aparece el cobarde de Pilatos. Compraré un zapato azul para ir a tu fiesta. 
Aquí estoy bordando con agujas el futuro de mi tierra. Aquí estoy en este lugar donde todo es blanco y negro como la foto de mi padre. Aquí estoy aullándole a la luna mientras cuento las estrellas. Aquí estoy…desesperado por saber de tí. Aquí estoy con mi camisa blanca que se amarra por detrás…muy elegante. Listo para otra sesión de 
patadas…
Un loco

viernes, 14 de marzo de 2008

Noche de Paz 1936

Las 9:10 p.m. Hace ya más de cinco horas que el cielo se oscureció y no hay esperanza de luna ni estrellas.
Tampoco hay esperanza de que este frío que entumece los pies se vaya a terminar. El fuego y los niños juegan..ellos lo miran fijamente durante horas y el a cambio les coquetea reflejándose en sus ojos...y así, los tres pequeños y su amigo el fuego, ven pasar las horas, no en un reloj, sino en un leño que se apaga y se consume poco a poco.
Son Leopoldo, Guillermo y Fernando, que niños al fin, esperan que el viejo vestido de rojo se aparezca en medio de la nieve con un regalo, no uno para cada uno, eso sería demasiado pedir, solo con un regalo para los tres. Pero no logran oír el ruido del famoso señor...tampoco se oye a ningún reno...mucho menos la carcajada peculiar del viejo de barba...seguramente está muy ocupado atendiendo alguna otra parte del mundo, talvez tiene miedo de pasar por un cielo que se alumbra con las luces de las bombas y metrallas... O a lo mejor el ruido de las sirenas asusta a sus bien entrenados venados....o…¿será que el olor a destrucción y a muerte no conjuga con los trineos?...nadie sabe.
Mientras tanto la ilusión aún está allí. Será el invitado especial esta noche....será el último que se vaya...o talvez no se vaya jamás. La ilusión, no piensa en ruido de bombas, no tiene miedo a las balas y por eso esta noche especial acompaña a los tres pequeños, y juntos los cuatro, bien apretaditos, van pasando las horas cantando una que otra canción que sería difícil oir sin acercarse, pues ya no hay fuerzas, además para escuchar la música del alma hay que escuchar primero al silencio. 
Son las 11:30 p.m. , el frío se ha vuelto verdaderamente insoportable y el fuego se ha rendido también convirtiéndose en una débil lámpara en la que los tres niños apenas logran verse las manos.
Leopoldo, el más grande de los tres, si a alguien de 13 años se le puede llamar grande, es el que como siempre toma la iniciativa. El es un magnífico futbolista, pero es aún, un mejor dibujante. Saca de su bolsa un pedazo de papel en el que su padre alguna vez le apuntó algún recado, o quizá era una baja calificación del colegio que jamás quiso llevar a casa… Con una rama quemada a manera de lápiz comienza a preguntar a sus hermanos que es lo que más desearían en ese momento. Ellos le dicen, y él hábilmente empieza a dibujar la cena que los dos pequeñitos han pedido; tiene demasiado cuidado en escoger el mejor de todos los pollos...se fija también en que haya por lo menos dos castañas para cada uno, todo muy limpio y ordenado, y empieza a adornar la mesa con turrones, pan, vino...porque esta noche es especial...hoy el dibujo no será tan rápido como el que les hizo anoche, ni tan simple como el de la semana pasada...hoy no habrá tiempo para las explicaciones pues el hambre es demasiada y la comida tiene que quedar preparada en muy pocos minutos, porque si no. el hambre los matará y no los dejara ir a acostarse tranquilos...hoy es especial, por lo tanto se tardará mas tiempo en la preparación...Todo está listo!! y se los enseña...lo miran y contemplan por un buen rato, mientras saborean uno por uno los manjares que el hábil dibujante les preparó...todo está de maravilla, el pollo en su punto, el vino es muy bueno, pues esta vez Leopoldo se esmero en poner una etiqueta diferente, las castañas jamas habían estado tan crujientes como hoy, dan otro trago de saliva y se miran...los tres están llenos y listos para dormirse, pues la imaginación llegó a tiempo...y mientras tiran el papel al fuego y se vuelve humo, pueden oler y saborear el banquete que el hermano mayor con tanto amor preparo para ellos...una noche más han cenado bien, abundante ...y lo que pidieron...¡Gracias Señor!

El mercader

Es el 7 de diciembre de 1977…
Si fuera supersticioso pensaría que es un buen día para que pase algo que haga cambiar mi futuro. Afuera hace un poco de frío y adentro…un poco de hambre. Tres días sin comer. Hoy se cumple la promesa de un profesor que tuve en la secundaria: Muchacho, estudia…que las matemáticas te darán de comer. 
Después de bañarme y vestirme me dirijo a la librería más empolvada del planeta, la de Don Maco, el librero que está cerca de la iglesia de Santo Domingo, que me va a dar unos centavos por un libro de álgebra de Baldor que usé en el último año del colegio. ¡Que razón tenía mi maestro! Con lo poco que me dió voy a ir al mercado a comprar un par de bananos, así guardo un poco para el autobús de mañana. 
Fácil de pelar, no te ensucias, llena…y además es mi fruta preferida. Y hoy en especial tenía otro sabor…me supo a alegría. Voy a tirar la cáscara cuando de pronto veo que un hombre de aspecto muy raro abre un saco de donde sale una enorme serpiente de color café. Lo acompaña una mujer con un vestido brillante de color verde y labios rojos muy pintados. La gente empieza a aglomerarse ante la promesa de meterse el animal en la boca y salir ileso. El animal se enrolla en su brazo y sube por el cuello mientras él nos cuenta a los espectadores que tiene la solución a todas nuestras penas. Mi pena más grande en ese momento es la vida. En unos pequeños frascos de anestesia reciclados tiene unas estampas flotando en un líquido que supongo es aceite para que se mueva lentamente de arriba hacia abajo cuando él voltea el recipiente. La serpiente se acomoda en su cuello mientras él cuenta las maravillas que produce tener ese amuleto en casa. La mujer, pendiente del público, saca varios de un bolso negro. Hay pocos frascos y mucha gente, dice el raro personaje. Poco a poco, la culebra ha pasado a segundo plano y es el bendito frasco el centro de toda nuestra atención. Han pasado más de 20 minutos y nos ha convencido que solo tiene 40 frascos. Aún no ha hablado del precio y ya hay quienes lo están pidiendo. Nadie se acuerda de la apuesta. Nadie piensa en irse. Pregunta quienes lo quieren y casi todos levantan la mano. ¡Yo también lo quiero!, pero no sé si me alcanza con lo que tengo. Ahora mi angustia es no poder tener ese frasco que me solucionará la vida y me dará dinero para no volver a pasar una pena. Dice el precio y…meto la mano al bolsillo. Mi desilusión es tan grande cuando veo que no tengo el dinero…En unos segundos se derrumban todas mis ilusiones. Los sueños que construía al mismo tiempo que el hombre hablaba se desaparecen de pronto. Ya no podré comprar el coche que quería…tampoco podré hacer el viaje a Boston para ver a mis padres, ni podré hacer la compra del mercado…Y la semana entrante se gradúa mi novia del colegio y no podré darle su regalo…¡Todo se ha terminado! Si tan solo pudiera comprarlo…De pronto, toda mi vida giraba alrededor de la promesa de un charlatán. Me acerqué a preguntarle que en dónde iban a estar la próxima semana, pues talvez le llevaba a Don Maco, el librero, algún otro libro que encontrara en casa. Me respondió que no sabía, que iba a ir donde existiera más necesidad que allí. Fue en ese momento cuando mis ojos se iluminaron de nuevo y me volvió la paz, pues jamás pensé que alguien estuviera más necesitado que yo.